X, no recuerda las etapas de su retorno a este mundo tristón, entre la polvorienta y humeda ciudad. Únicamente sabe que no lo abandonaba el temor que al salir de su actual laberinto, se rodeara otra vez con la feliz y nefasta sensación de verla. Nada mas puede recordar, en ese olvido, cuando la vea, las cosas serían diferentes. Cuando la vea.
Y, con un inquebrantamiento sin voluntad, que es circunstancial (ella lo sabe bien), eso esperamos en este relato. Eso esperamos. Las circunstancias de su evasión fueron tan ingratas que algún día olvidado podrá olvidarlas. Eso espera el personaje secundario de esta nuevamente, nefasta historia.
X, piensa que participan de universos distintos pero sus percepciones son iguales, sabía que las combinaban de otra manera, mientras ella construía con ellos otros objetos, que no era sino un vertiginoso y continuo juego de breves llamaradas, con el deseo de mantener los pies calientes al dormir, el los tenía tan helados como en verano. Y con medias.
Y, sin embargo sabia que era tan grande la calma (o tan grande o miedosa su soledad) que pensó que ahí, contemplándo a ratos desde su lugar en aquel bar, había estado esperandolo a unos pasos de el. Como si aún estuviera lejos. Concibiendo nuevamente el propósito de re-enseñarse la palabra que es tan afín a ella como solitaria.
X, pensaba en un mundo sin memoria, sin tiempo. Consideraba la posibilidad de una fonética que ignore los sustantivos, un lenguaje de palabras impersonales y sonrisas por millones para que cuando rodaran los días, la felicidad ocurra una mañana, con lentitud.
Y, siente que las noches. Si, esas noches de desierto son frías y vacías, tan vacías que X lo sabe pero teme decirselo para no modificar las dunas de sus consecuencias y sin preguntar, besando su mejilla tomando prestadas sus lágrimas con sus labios, para que cuando se las devuelva, sean de felicidad.
X, sabe que en un plazo infinito, le ocurre a todo hombre todas las cosas, por sus pasadas o futuras virtudes, todo ser es acreedor a su bondad; pero también a cada traición, por las infamias del pasado, o del porvenir.
Y, con las copas suficientes para la desinhibición exige explicaciones en una torre de vértigos, pensando en un irresistible destino, taciturna entre las que gritan un abrazo, dos, tres millones, fluyendo en la noche clamorosa, en una comprensión, antes de acabarlo todo, donde en el principio vivió aquella traición, ahora, que la permiten amar, hace fuego la historia y que no será, por que sabemos que ella vale mucho mas que la fe jurada.
X, cuando emprendió retorno a su lugarcito tan efímero bajo las primeras estrellas de la noche contempladas a traves de la escotilla del bus tan abiertamente posible, la brisa se hacía cada vez mas fria mientras subía, así se enfriaban sus manos y sus corazones, ambos corazones. Comprendiendo que solo un destino no es mejor, por que aquella bonita morfología biológica de aquella mujer, así lo dispuso.